Tiene como hilo conductor la concepción de la imagen como "gemelo malvado" que suplanta la naturaleza del retratado para vagar por el mundo como un fantasma, viviendo la vida del otro. Una relación adecuada entre sujeto e imagen, entre lo que se ve, potencialmente falseado, y lo que es en sí; una presencia suspendida que recurre a la familiaridad como engaño.

 

 

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