La exposición de obra con cierto rigor técnico y que en principio podríamos calificar de "figurativa", asegura una atracción y comprensión para casi todo tipo de público lo que le permite introducir mensajes, pensamientos o simplemente elementos que provoquen en el espectador distintas reacciones: desde sorpresa hasta rechazo, pasando por indiferencia o reconocimiento y aceptación entusiasta.
La ironía, la parodia, el tiempo o las contradicciones de nuestra sociedad son conceptos que ocupan un lugar importante en su obra. El empleo de personajes icónicos de la cultura en un sentido amplio es reflejo de sus filias y fobias, sus aficiones, odios o devociones, y también su manera de vivir y ser.
En las obras expuestas, los retratos corresponden a personas que han alcanzado el cielo de la fama y la gloria dentro del mundo del espectáculo o de la cultura popular. La ausencia de color en los cuadros invita a observar desde un lugar ajeno a la estética clásica, reflexionando sobre el paisaje interior del personaje y la vida que les ha llevado hasta este cielo construido por los medios de comunicación. Haber llegado a este "momento", contribuye a que el espectador sea cómplice de la trayectoria vital de los retratados así como de la suya propia

 

 

 

 

 

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