En la era de la posmodernidad los límites de la privacidad han sido prácticamente anulados. Los grandes ejes de poder político como gobiernos, empresas o instituciones quebrantan constantemente el derecho a la privacidad del individuo a través de una exhaustiva vigilancia que consigue controlar el rastro que éste deja en el espacio público e incluso de manera ilícita en el ámbito privado – mediante bases de datos informáticas, la navegación en el espacio web, etc. -, por lo tanto asistimos diariamente a una pérdida de la intimidad sin apenas ser conscientes de ello.
Con las nuevas estructuras arquitectónicas de los núcleos urbanos comienzan a proliferar diversos sistemas de vigilancia con una presencia física de control con el objetivo de mantener la seguridad ciudadana. En una inifinidad de espacios frecuentemente transitados, podemos encontrar instaladas estas pequeñas prótesis que nos disparan si mirada generando tranquilidad para unos y desconcierto para otros.

 

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